miércoles, 1 de abril de 2015

Trastornos sexuales: VOYEURISMO

Para muchos no es fácil entender que se pueda sentir placer al observar, generalmente a escondidas, a personas desnudas, en vías de estarlo o practicando el acto sexual. Esta afición recibe el nombre voyeurismo, y en más del 90% de casos se presenta en hombres en cuya infancia recibieron estricta educación.
El voyeurismo es catalogado por la sexología como una de las más de 130 parafilias conocidas, entendiendo éstas como las distintas maneras que tiene el ser humano de lograr su satisfacción sexual más allá de la relación íntima tradicional. 
El término proviene del francés voyeur (mirón) y encierra en buena medida su excitación en el hecho de esconderse para observar, en otras palabras, no ser descubierto genera una emoción que incrementa el placer que produce lo que se está viendo. Es por ello que algunos especialistas no reconocen como voyeuristas a quienes son aficionados a la pornografía o a quienes pagan por ver un acto sexual en vivo.
Es importante reiterar que contra lo que se suele creer, el voyeurista suele no recurrir a agresiones o amenazas, y prefiere fisgonear a violar o abusar sexualmente.
Cabe señalar, que quien tiene este tipo de tendencias busca saciar sus instintos al acudir a lugares públicos, como parques o playas, o bien hacer uso de cerraduras o rendijas de puertas por las que apenas se pueda echar un vistazo. No obstante, algunos estudiosos de este tipo de casos, como los sexólogos Charles Gellman y Gilbert Tordjman, sólo consideran auténtico voyeurismo aquel que se practica con un elemento intermedio, por ejemplo, binoculares, catalejos o una cámara.Por otra parte, cabe destacar que los psicólogos consideran al voyeurismo  problema mental cuando se lleva a cabo durante seis o más meses en forma continua, y que bien puede ser síntoma de una alteración psíquica, que en ocasiones puede ser grave.
Los especialistas en salud mental indican que las tendencias en este tipo de parafílico se gestan en los primeros 18 meses de vida, pero se consolidan entre los 5 y 8 años, cuando en el cerebro se conforma el sentido del pudor; sin embargo, es entre 20 y 40 años cuando se harán evidentes sus rasgos. Es común que quien sufre este problema durante la adolescencia tengan grandes dificultades para relacionarse socialmente con las chicas de la misma edad, sin que ello signifique que haya tendencias homosexuales.
CAUSAS
Estudios al respecto señalan que un adulto con este problema revela que en su niñez y pubertad recibió estímulos visuales, auditivos o táctiles, que por razones variadas adquirieron particular significado para él o ella. Por ejemplo, en algunos casos su origen puede relacionarse con abuso sexual infantil, o con la prohibición cruel y reiterada para manifestar su curiosidad infantil en torno a temas sexuales. Particularmente, el inicio del voyeurismo está asociado a la excitación sexual tras la observación, tal vez casual, de una desnudo o una pareja, tratándose en muy alto porcentaje de los padres.
TRATAMIENTO
El voyeur difícilmente acude por propia voluntad a resolver su problema; generalmente es obligado por un familiar o, incluso, por orden de un juez. La terapia en quienes suelen vivir episodios esporádicos no va más allá de sesiones individuales o en grupo, pero en quienes lo manifiestan como rasgo de conductas compulsivas que ponen en riesgo su integridad física y las de otros, se prescribe medicación y psicoterapia.
PENALIZACIONES
En algunas culturas el voyeurismo se considera una perversión y varios países lo han clasificado como un delito sexual:
·         El Reino Unido agregó esta ofensa al Sexual Offences Act of 2003, criminalizando el acto de espiar a alguien sin su consentimiento.
·         Canadá promulgó una ley similar a finales de 2005, declarando al voyeurismo un delito sexual.
·         EE. UU. también penaliza esta práctica y en nueve estados del país hay leyes que castigan específicamente el “video voyeurismo”, lo cual implica filmar a alguien sin su consentimiento mientras se encuentra en situaciones privadas.
Esta parafilia se ve perfectamente en una parte de la pelicula : MONSIEUR HIRE de Patrice Leconte, 1989


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