domingo, 22 de marzo de 2015

Trastornos de la personalidad: PARANOIDE

En ocasiones, el normal desarrollo de la personalidad se ve alterado por un hecho que provoca un trauma o por un ambiente inadecuado para el desarrollo de un niño. Estos factores de riesgo pueden desembocar en un trastorno de la personalidad paranoide, el cual puede llegar a acompañar al paciente durante toda su vida si no se trata.

Este trastorno se define como una alteración de la personalidad en la que se dan episodios paranoides, es decir, momentos en los que el individuo siente mucha desconfianza y recelo hacia los demás, interpretando dichas situaciones como perjudiciales para su persona (ejemplo: “me van a estafar”, “quieren tomarme el pelo”…). Esto no supone que el paciente vaya a estar exhibiendo este comportamiento de forma permanente, sino que presenta episodios en momentos concretos. Es importante señalar que cualquiera de nosotros puede sufrir un episodio de este tipo sin padecer necesariamente un trastorno en la personalidad. El problema surge cuando estos incidentes aparecen de forma habitual y reiterada.

En el trascurso de estos episodios se van a manifestar algunos de los siguientes síntomas (entre otros):

  • Preocupación excesiva sobre los sentimientos de lealtad de sus amistades y compañeros.
  • Excesiva falta de confianza en los demás.
  • Sospecha de infidelidad de la pareja sin ningún motivo.
  • Aislamiento social.
  • Admiración por las personas que tienen poder.
  • Problemas de salud avanzados.
  • Hipersensibilización ante los comentarios ajenos sobre él.
  • Etcétera.
El principal problema de este tipo de trastorno es que el paciente no acude solo a consulta, sino que tiene que llevarle algún familiar o persona que tenga poder sobre él. Si el paciente no desea colaborar (ya que piensa que el personal sanitario va a provocarle una enfermedad o algo parecido) la intervención basada en la psicoterapia es nula o bastante limitada, siendo posible tratar únicamente alguno de los efectos del trastorno mediante medicación. Una vez que el paciente se ha decidido a colaborar, se pueden aplicar técnicas como el control del estrés, la reestructuración cognitiva, la aproximación a lugares o personas temidos de manera injustificada o el entrenamiento en habilidades sociales, como mejorar la comunicación.


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